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Aprendizaje Metacognitivo
En el contexto del aprendizaje metacognitivo, existe un concepto que es sumamente poderoso pero que todavía no ha sido explorado en profundidad: la teorización. Este término se refiere a la habilidad del alumno para generar explicaciones, crear hipótesis o establecer marcos de interpretación basados en sus conocimientos previos y en sus nuevas vivencias. A diferencia de simplemente memorizar o repetir información, la teorización requiere un nivel de pensamiento más elevado que implica reflexión, análisis y autorregulación cognitiva.
La teorización se transforma en una táctica metacognitiva cuando el estudiante no solo absorbe información, sino que se da cuenta de cómo y por qué construye una determinada explicación o modelo teórico. En otras palabras, teorizar significa reflexionar sobre los propios pensamientos, cuestionar las ideas personales, modificar los modelos mentales y establecer relaciones lógicas y conceptuales entre diferentes áreas del conocimiento. En este marco, la teorización se presenta como un elemento fundamental para fomentar un aprendizaje profundo y autónomo.
Un claro ejemplo de la aplicación de este concepto se puede observar en el campo de las ciencias sociales. Imaginemos que un estudiante está investigando las causas de un conflicto histórico. En vez de simplemente enumerar los hechos, comienza a elaborar una hipótesis: “Las tensiones sociales fueron provocadas principalmente por la desigualdad económica y no por razones religiosas”. Posteriormente, busca evidencias, compara diversas fuentes, contrasta teorías y modifica su hipótesis inicial. En este proceso, el estudiante no solo está adquiriendo contenido, sino que también está supervisando y valorando sus propios procesos de razonamiento.
La teorización también está íntimamente vinculada a metodologías activas como el aprendizaje basado en problemas o el aprendizaje basado en la indagación, ya que en ambos casos el estudiante debe crear explicaciones propias y fundamentadas para abordar situaciones complejas. Al hacerlo, pone en marcha procesos metacognitivos que refuerzan su pensamiento crítico y reflexivo.
Como señalan Bransford, Brown y Cocking, “el aprendizaje profundo se logra cuando el alumno puede estructurar el conocimiento de manera significativa que le facilita explicarlo, predecirlo y aplicarlo en nuevos contextos”. Esto es precisamente lo que la teorización busca fomentar.
Para ampliar este enfoque, sugiero consultar:
Bransford, JD, Brown, AL y Cocking, RR (2000). Cómo aprender las personas: cerebro, mente, experiencia y escuela. Prensa de la Academia Nacional.
Chi, MTH (2009). Activo-Constructivo-Interactivo: Un marco conceptual para la diferenciación de actividades de aprendizaje. Temas en Ciencias Cognitivas.