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La retroalimentación recursiva.

Tradicionalmente, la retroalimentación ha sido entendida como una instancia puntual, muchas veces al final de un proceso, en la que se entregan observaciones o sugerencias con el fin de evaluar un producto o desempeño. Si bien esta práctica tiene valor, queremos dar un paso más allá e impulsar un modelo recursivo, en el cual la retroalimentación se concibe como un proceso constante, cíclico y formativo, presente a lo largo de todo el desarrollo de una experiencia de aprendizaje o de un proyecto colaborativo.

La retroalimentación recursiva promueve una interacción continua entre quienes participan en una actividad: quien recibe retroalimentación no solo escucha y reflexiona, sino que también responde, reajusta, vuelve a intentar, comparte sus avances y recibe nuevos aportes. En este sentido, se transforma en un diálogo permanente, que fortalece la autonomía, la capacidad metacognitiva y la autorregulación.

Adoptar este enfoque supone también un cambio cultural: requiere apertura, disposición a aprender del error, y una mirada colectiva sobre el crecimiento. Implica entender que el conocimiento no es estático, y que todo producto o proceso puede transformarse positivamente cuando se le brinda espacio a la observación crítica, el intercambio respetuoso y la mejora progresiva.

Ejemplos prácticos de retroalimentación recursiva:

En el aula: al desarrollar un proyecto de investigación, el profesorado entrega retroalimentación en cada etapa (selección del tema, formulación de preguntas, búsqueda de fuentes, redacción del informe), permitiendo ajustes constantes antes del producto final.

En reuniones de equipo: al planificar una actividad institucional, se establecen momentos intermedios para compartir avances y recibir sugerencias, generando iteraciones sucesivas que enriquecen el resultado final.

En formación docente: tras aplicar una estrategia didáctica, el o la docente reflexiona con sus pares, recibe comentarios, ajusta la implementación y vuelve a ponerla en práctica, integrando las observaciones recibidas.

En plataformas digitales: foros o actividades en línea permiten múltiples ciclos de participación, donde los aportes de otros miembros generan nuevas versiones o respuestas más elaboradas.

Invitamos a toda la comunidad a apropiarse de este enfoque, integrándolo como una práctica habitual que fomente el crecimiento conjunto y la calidad de nuestros procesos. La retroalimentación recursiva no busca corregir desde la autoridad, sino construir desde el diálogo reflexivo y colaborativo.

  • Mauricio Ramos