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Aprendizaje en red: Tejiendo conocimiento y aprendizajes en comunidad
En el contexto del aprendizaje ubicuo, uno de los conceptos menos abordados pero profundamente transformadores es el aprendizaje en red (networked learning). Este enfoque redefine la idea de aprender como una experiencia socialmente conectada, colaborativa y distribuida, donde el conocimiento se construye no sólo entre profesor y alumno, sino también entre pares, comunidades y recursos digitales distribuidos globalmente.
Según Goodyear, Banks, Hodgson y McConnell (2004), el aprendizaje en red es “el uso de tecnologías de la información y la comunicación para promover conexiones: entre aprendices; entre aprendices y profesores; y entre una comunidad de aprendices y sus recursos de aprendizaje”. En otras palabras, este enfoque ubica el acto de aprender como una experiencia social, mediada por tecnologías, pero centrada en las personas y sus interacciones.
Un ejemplo claro de aprendizaje en red es el uso de comunidades abiertas de práctica como Edutopia o grupos de discusión académica en ResearchGate, donde profesores, estudiantes e investigadores de todo el mundo colaboran, comparten experiencias, discuten artículos y se retroalimentan. También se ve reflejado en MOOCs donde los foros de discusión no solo sirven para resolver dudas, sino que generan nuevo conocimiento colectivo.
Como docente, considero que el aprendizaje en red representa una de las transformaciones más poderosas de la educación contemporánea. Este enfoque reconoce que el conocimiento ya no se construye de manera aislada, sino que se teje colectivamente en comunidades de aprendizaje interconectadas, aprovechando el potencial de la tecnología y la colaboración entre pares.
En el aprendizaje en red, los estudiantes no solo acceden a información, sino que interactúan activamente con otros aprendices, docentes, expertos y recursos distribuidos en distintos contextos y plataformas digitales. Esta interacción fortalece su pensamiento crítico, su capacidad para argumentar y su habilidad para construir conocimiento desde múltiples perspectivas.
Lo más valioso es que este tipo de aprendizaje trasciende el aula, fomenta la autonomía y promueve el sentido de pertenencia a una comunidad intelectual. Por ejemplo, cuando los estudiantes participan en foros, proyectos colaborativos, comunidades virtuales o redes sociales educativas, no solo aprenden contenidos, sino también habilidades sociales, comunicativas y éticas necesarias para convivir en un mundo cada vez más interconectado.
El reto docente está en diseñar experiencias que propicien ese tejido de saberes, donde cada voz cuenta, y en guiar a nuestros estudiantes para que aprendan a filtrar, reflexionar y aportar significativamente a la red de conocimiento común. El aprendizaje en red no solo forma estudiantes más informados, sino ciudadanos más comprometidos, colaborativos y empáticos.