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Actualización sobre el Aprendizaje Permanente y a lo Largo de Toda la Vida
El aprendizaje permanente o a lo largo de toda la vida es un enfoque educativo que reconoce que el desarrollo del conocimiento, habilidades, actitudes y valores no se limita a la infancia o a la educación formal, sino que continúa durante toda la existencia humana. Según la UNESCO (2016), el aprendizaje permanente implica “todas las actividades de aprendizaje emprendidas a lo largo de la vida con el objetivo de mejorar conocimientos, habilidades y competencias, desde una perspectiva personal, cívica, social y/o laboral”.
En la práctica occidental, este enfoque ha sido impulsado por las demandas de la economía del conocimiento, donde los cambios tecnológicos y sociales exigen la actualización continua de competencias. Por ejemplo, los programas de educación continua universitaria o las plataformas como Coursera y edX permiten a los adultos seguir formándose profesionalmente. Un ingeniero, por ejemplo, puede actualizarse en inteligencia artificial mediante cursos en línea sin necesidad de volver a la universidad tradicional.
Desde la perspectiva oriental, en especial en tradiciones como el Confucianismo, el aprendizaje se considera un proceso continuo vinculado con la virtud, el deber social y la introspección. El estudio de los clásicos chinos, la meditación y la mejora personal son prácticas que ejemplifican este aprendizaje continuo, no únicamente para obtener trabajo, sino para cultivarse como persona y ciudadano.
Por su parte, las visiones ancestrales —como las de muchos pueblos originarios de América Latina— entienden el aprendizaje como un proceso relacional y comunitario, donde la experiencia, la oralidad y la conexión con la naturaleza son fundamentales. En comunidades quechuas, por ejemplo, el conocimiento se transmite de generación en generación mediante la práctica diaria, en diálogo con los ciclos naturales y con una fuerte dimensión espiritual.
Las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, la realidad virtual o los entornos inmersivos, han ampliado las posibilidades de aprender de manera más personalizada y accesible. Sin embargo, la integración de estas herramientas debe hacerse sin perder el sentido de humanidad, es decir, reconociendo la dimensión ética, empática y social del aprendizaje. Propuestas como el aprendizaje centrado en el ser (Morin, 1999) abogan por integrar lo técnico con lo humano, lo cognitivo con lo emocional.
El desafío actual es articular estas distintas visiones —tecnológica, ancestral, oriental y occidental— en modelos educativos que fomenten una ciudadanía crítica, compasiva y comprometida con el planeta y la sociedad.
Referencias
UNESCO (2016). Construir el aprendizaje a lo largo de la vida: Un nuevo impulso. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000246450
Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO.
Yang, J. & Valdés-Cotera, R. (2011). Conceptual evolution and policy developments in lifelong learning. UIL.
El texto ofrece una visión enriquecedora y holística del aprendizaje permanente, integrando perspectivas occidentales, orientales y ancestrales. Destaca con acierto cómo este enfoque trasciende lo académico para abarcar dimensiones éticas, culturales y espirituales del ser humano. Además, resalta la importancia de equilibrar tecnología y humanidad en los procesos educativos. Un aporte valioso que invita a repensar la educación como un viaje continuo, diverso y profundamente transformador.